Los Futvidentes de la Telebol

Por Alejandro Barbeito
Nota publicada en La Jornada de Villa Carlos Paz



El flaco de gorrito prende un faso aunque le cuesta ensartar la llama del encendedor con el cigarrillo, ya que los de al lado no paran de saltar. El gordo de la remera azul con pintitas amarillas está a punto del infarto, mira para abajo y uno supone que un puesto de choripanes lo está perturbando. Otro se da vuelta para no mirar….Me detengo en una chica que con una sonrisa nerviosa le comenta algo a su novio…o no será su novio y por eso está nerviosa, porque teme que la escrachen por tv. La cámara cambia de plano y arremete como el “Gran Ojo” sobre una muchedumbre que salta y grita sin parar. El ojo sigue su paneo y muestra a un señor de saco y corbata que observa con ansiedad y atenta mirada lo que está pasando en el campo de juego. -------------------------------------------

Hace 20 minutos que estoy mirando. El mate se está entibiando y la torta que hizo mi hija comenzó perder presencia. Un fanático de los Redondos, eso dice su remera, tiene incrustada la transistores en la oreja y parece ir contándole al de al lado el relato que está escuchando. Guau! Hay una chica muy mona…pero muy mona! que se destaca, y cómo! ¿Qué será de la vida de esa señora que está tan alterada por las acciones de juego...? Señora, cálmese, la pueden estar viendo sus hijos….sus nietos! Que boquita!

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Queda una sola porción de torta sobre la mesa…y como nadie quiere ser el último en comerla comienza una lenta demolición en la que todos evitan quedarse con el último ladrillo. Como ese juego que hacíamos con el cigarrillo y la moneda.


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Hay un descanso. La asamblea popular delibera y
discute con pasión sobre las alternativas de lo sucedido y lo por venir. Un pelado gesticula airadamente y promete a quién lo quiera escuchar que si la cosa no mejora arderá Roma. El vendedor lleva su bandeja sorteando multitudes…qué habilidad! Le entrega la Coca “especial” al Negro Lito -en un juego familiar empezamos a bautizar a los protagonistas de la tarde- que se estira en un acto acrobático para entregarle los 10 mangos. Comenzó la acción nuevamente. Shhh…silencio! Estamos viendo. Ese hombre un poquito pasado en kilos que salta pesadamente tratando de contagiar a sus acompañantes…. ¿se habrá hecho un chequeo? ¿Estará para semejante ajetreo?. Veo 40, 50 …100 cabezas siguiendo sincronizadamente el movimiento. Van y vienen….comentan y se sacuden. Siguen apasionadamente el encuentro. Y en el medio de la tensión colectiva….GOOOOLLLLLLL…Gol..si gollll. La masa se mueve, salta. Los anónimos se abrazan como amigos de infancia en el reencuentro. El pelado se da vuelta mirando a la tribuna de arriba y le grita...si le grita el gol como queriendo abrazarlos a todos. Qué golazo!!!...va ...supongo. En casa el mate ya está frío. ----------------------------------------------

Estoy terminando un libro que Cortázar en donde el autor describe junto a su mujer, Carol Dunlop, una “expedición” un tanto alocada y surrealista en palabras del autor, que consistió en recorrer la autopista París-Marsella a bordo de un Volkswagen Combi deteniéndose en los 65 paradores que posee la infraestructura vial y sin salir jamás de la autopista. La aventura les tomó algo más de un mes y produjo un libro de 379 páginas tituladas Los Autonautas de la Cosmopista, narrando solamente la experiencia vivida en cada tramo de su periplo. En este caso la autopista como camino no era la protagonista, era toda la vida que acontecía en su paradas. Hay que ser grande para darse ese lujo de escribir un libro así…Pero hay que ser gil para pagar $ 103 mangos por mes para ver la tribuna de un partido de futbol durante 90 minutos porque si querés ver el partido, lo tenés que pagar aparte. Eso sí que es surrealista.