
Hace cuarenta años teníamos al 2000 como una marca. Era el futuro. Dos películas del mismo director nos daban dos ensayos de lo que se venía: La Naranja Mecánica (1972) y 2001, Odisea del Espacio (1968). En la primera Stanley Kubrick nos lleva a la Inglaterra del futuro, 1995 y nos retrata la vida de un joven de 18 años cuyos placeres son la violación, la ultraviolencia y los compases de Beethoven. En la segunda, la humanidad se encuentra en el 2001 en otro desafío: investigar el destino de una señal (monolito) en los alrededores de Júpiter, con viajes interplanetarios tripulados incluidos.
Hoy estamos en ese futuro. Y los viajes interplanetarios tripulados todavía son un proyecto a largo plazo. Sin embargo estamos orbitando el mundo despiadado y sin sentido planteado en la Naranja Mecánica. La violencia está a la vuelta de nuestras casas…en nuestras casas. Y esto no es un problema solo de seguridad. Evidentemente hemos dejado entrar a nuestra película conductas que hace un tiempo eran solo argumentos de ciencia ficción. Júpiter sigue estando muy lejos y se escucha cada vez más nítida la novena sinfonía.
Publicado en La Jornada de Villa Carlos Paz, Noviembre de 2008.
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