Final de obra



Por Alejandro Barbeito
Publicado en Carlos Paz Vivo!

Tuve la suerte de estar presente en el The Wall Live que trajo al ex Pink Floyd Roger Waters por tercera vez a la Argentina. Fue una puesta en escena de gran impacto para quienes estuvimos allí. Un espectáculo increíble, para toda la familia, todas las edades y gustos musicales, hayan escuchado alguna vez a Pink Floyd o no. Para la dama y el caballero como dice el vendedor. Cada proyección en la tapia de más de 120 metros de ancho llenó los ojos de los 400.000 asistentes a las 9 presentaciones mientras el grito cuadrafónico se clavaba en el alma. Este es el montaje que imaginó Waters cuando parió la idea del álbum y que recién hoy se da el gusto de pasear por el mundo 30 años después. Una ópera rock itinerante que despliega tecnología y calidad por todos lados.


Sin embargo al salir del estadio y por unos días me quedé con la impresión de no poder valorar con palabras la experiencia personal de lo visto y oído. Siento que el vértigo actual adormece mi capacidad de asombro. Necesito de algún estímulo que me devuelva la facultad de cautivar los sentidos. Pongo el disco The Wall y disfruto en soledad. Me voy imaginando que el muro que se levanta entre la banda y el público a medida que transcurre el show comenzó a construirse en los años sesenta. Que los proyectistas fueron niños de las post guerra que una vez creciditos decidieron tomar las riendas y volverse protagonistas de la historia para cambiar el mundo. Que en ese despertar brotaba color de lo gris. Que de allí en más fueron ladrillos tras ladrillos que revolucionaron al planeta, influenciando la marca cultural global con rasgos psicodélicos. Que como consecuencia de esa siembra germinó la idea de un álbum conceptual inspirado en las angustias existenciales de Waters y los recuerdos de locura del otro fundador de PF, Syd Barret.
Entonces comienzo a encontrar las palabras para valorar la dimensión de lo visto: estuve presenciando el final de obra de una construcción generacional que me marcó definitivamente y advierto que no fue simplemente otro ladrillo en la pared.

Al final del espectáculo se derrumba el muro y los músicos se van tocando entre los escombros Outside The Wall, una tranquila melodía con reminiscencias de Wagner. Exquisito desenlace para una gran puesta en escena.
  

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