Fillol


Corría el 16 de diciembre de 1980, rumbo al mundial de España, la Selección Argentina vino a jugar a Córdoba un amistoso contra Suiza. Se jugó en el Estadio Córdoba cuando todavía tenía aires franceses. Estuvimos en la popular norte, en un estadio con poca concurrencia.

De esa noche me quedaron dos imágenes grabadas, la primera fue un episodio ocurrido a unos escalones de donde estábamos. Era el entretiempo creo, donde la charla y comentarios se convierten en murmullo solo interrumpido por el grito despachante de “hay Coca chachos”. Fue ahí cuando un guaso se levantó sin mediar discusión alguna y le dio vuelta la cara de un trompadón al que tenía sentado al lado. Nunca supimos las razones de la demanda, porque luego del incidente se sentaron como si nada hubiera pasado. La Coca “especial” puede haber calentado los ánimos.


La otra es del partido. Argentina ganó 5 a 0, los suizos eran todos relojeros, de fútbol nada. Pero la cuestión que algún que otro avance tuvieron, y es aquí donde me quiero poner de pie. El wing derecho de los helvéticos logró llegar al fondo y tirar el centro pasado. El arquero estaba en el primer palo. La pelota fue milimétricamente a la cabeza de un delantero, que con el arco a su disposición le pegó un furibundo cabezazo rumbo al gol. El arquero no tenía nada que hacer. Pero es ahí donde nace la segunda imagen que traigo guardada hasta aquí. El arquero llegó, no sé cómo hizo, pero llegó, en una atajada monumental. El mejor arquero que vi en mi vida, siempre llegaba: Ubaldo Matildo Fillol (hoy cumple 70 pirulos, le hice esta gráfica, la atajada está en su apellido).

Texto e ilustración: Alejandro Barbeito

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