Krasnoborsk


Activó el dispositivo como todas las mañanas, antes de salir a caminar. Su salud necesitaba de esas caminatas a orillas del río San Antonio en la primavera cordobesa. 

Seleccionó en la pantalla del celular la aplicación que le marca los pasos. Habitualmente daba inicio al programa cuando salía a la calle, pero esta vez decidió hacerlo adentro, sentado en el sillón, esperando a su mujer que se preparaba para la caminata. Ni bien presionó Inicio el sistema abrió el mapa y rápidamente el marcador viajó hacia un punto: Krasnoborsk, Rusia. 

Estaba medio dormido y eso le dificultaba el entendimiento.
— Krasnoborsk?

Maldijo las habituales publicidades que le entorpecían su escaso adiestramiento tecnológico.  Cerró la aplicación y la volvió a abrir. Repitió el procedimiento, y el marcador volvió a Krasnoborsk, sin publicidad ni mensaje que le hiciera pensar otra cosa. Maldijo nuevamente y cerró el celular. Viendo que su mujer seguía sin aparecer decidió salir a la calle para ir estirando las piernas para la caminata.

Abrió la puerta y el frío le perforó el pecho, la nieve acumulada era lo más blanco que había visto en su vida. Cruzando la calle, un bosque se perdía en un lago congelado. Cerró la puerta y miró hacia atrás tratando de encontrar el rostro de su mujer diciéndole que estaba en una pesadilla. Nada. Volvió la mirada hacia la puerta y acercó el ojo a la mirilla.

No puede ser…Krasnoborsk.


Texto e ilustración: Alejandro Barbeito


1 comentario:

Julio Santos dijo...

Es muy buen relato. Me encantó. Eso sí no conviene divulgar las bondades del aparatito, no vaya a ser cosa de que se nos desvíe el turismo. Julio Santos