ReCuentos / Lluvia de estrellas

Por Alejandro Barbeito

Salió al patio con un pequeño vaso de whisky y un sillón de jardín. Eran las 2 de la madrugada. Había leído que esa noche habría una lluvia de estrellas. Apago todas las luces para poder ver el cielo nocturno con más nitidez. La noche era muy agradable y la luna que estaba en cuarto no molestaba. Se ubico cómodamente, le pegó un sorbo a la bebida y se recostó en el silloncito para contemplar el cielo nocturno. La noche presume su grandeza y las sin cuenta estrellas parpadean bajo el guión de un espectáculo grandioso. Pero caer, no cae ninguna.


Pasaron 45 minutos, el whisky se le había acabado. Cabeceó un par de veces. Mañana hay que trabajar temprano, cuanta gente estará haciendo esto? estaré loco? se preguntó mientras jugaba a distinguir estrellas de planetas. Los planetas no titilan se dijo para él, recordando una sentencia escuchada en su infancia. Se estaba por levantar cuando sintió un presentimiento. Se quedó sentado mirando atentamente el cielo para observar el instante preciso que estaba esperando, la entrada a la atmósfera del meteoro que hiciera valer la pena el esfuerzo nocturno, pero nada…se quedó dos minutos con esa atención sobre el firmamento. En ese instante, justo en el segundo 120, cuando ya llegaba la decisión de abandonar la vigía infructuosa, cuando se daba por vencido, ocurrió lo inesperado: la luna se apago. Quedó confundido, ni siquiera atinó a llamar a alguien para que comparta su estupor. No tenía sentido, ya pasó y no dejó rastro ni evidencia, ya que la luna no se veía más. Levanto el sillón, agarró el vaso de whisky y se fue a dormir. En estos tiempos quizás nadie se entere que la luna no está más.


Ilustración: Alejandro Barbeito